Una de las grandes batallas del siglo XXI será la de la alimentación. Muchos países, importadores de comida, se ven afectados por el aumento de los precios. Los Estados ricos lo venían soportando; hasta que, en la primavera de 2008, se asustaron por la actitud proteccionista de naciones productoras que limitaron sus exportaciones. A partir de ahí, varios Estados con crecimiento económico y demográfico -pero desprovistos de grandes recursos agrícolas y de agua- decidieron asegurarse reservas de comestibles comprando tierras en el extranjero. Al mismo tiempo, muchos especuladores se pusieron igualmente a comprar terrenos para hacer negocios. Convencidos de que la alimentación será el oro negro del futuro. Según ellos, de aquí a 2050, la producción de alimentos se duplicará para satisfacer la demanda mundial. "¡Invertid en granjas! ¡Comprad tierras!" repite Jim Rogers, gurú de las materias primas. George Soros apuesta asimismo por los agrocarburantes y ha adquirido parcelas en Argentina. Un grupo sueco ha comprado medio millón de hectáreas en Rusia; el hedge fund ruso Renaissance Capital, 300.000 ha . en Ucrania; el británico Landkom, 100.000 ha . también en Ucrania; el banco estadounidense Morgan Stanley y el grupo agro-industrial francés Louis Dreyfus, decenas de miles de hectáreas en Brasil, etc.
Así empieza un interesante y a la vez preocupante artículo que Ignacio Ramonet publica en Le Monde Diplomatique.
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